FRAGUAS
(México)
2010

ENRIQUE MALLEN. Antología Crítica de la Poesía del Lenguaje. Mexico, DF: Editorial Aldus. 2009. 378 pp.

Reviewed: José Luis Bobadilla.

Resulta infrecuente la publicación de libros que, como Poesía del lenguaje. De T.S. Eliot a Eduardo Espina (Aldus, 2008), reflexionen con pasión y hondura, y que además proyecten ideas arriesgadas sobre asuntos relacionados con la poesía contemporánea. El trabajo teórico de Enrique Mallén, crítico sevillano, es serio, personal, polémico y estimulante. El conocimiento preciso derivado de sus lecturas tanto de la poesía latinoamericana como de la poesía norteamericana del siglo xx, le ha permitido establecer con libertad y suspicacia relaciones entre estas dos tradiciones que amplían los puntos de vista más o menos conocidos al respecto. De modo general, podría decirse que la investigación de Mallén en este libro se centra en la obra del poeta uruguayo Eduardo Espina, que aborda desde un repaso sintético pero bien informado de la poesía moderna. Es admirable que en la propuesta no haya eclecticismo y sí mucha concentración. Sus observaciones buscan un anclaje especial, que establece un vínculo, a veces problemático, me parece, entre la poesía del movimiento norteamericano l=a=n=g=u=a=g=e, —promovido desde los años setenta por poetas como Charles Bernstein y Bruce Andrews—, y una zona de la poesía latinoamericana que podría distinguirse de otras por ciertos rasgos como su especificidad: “paródica, hiperbólica, sensualista y artificiosa”, expresiones que podrían englobarse a grosso modo dentro de la palabra neobarroco. Ejemplos de este tipo de poesía están bien representados por la selección que Roberto Echavarren, José Kozer y Jacobo Sefamí realizaron en Medusario: muestra de poesía latinoamericana (fce, 1996).

En la introducción de la Antología crítica de la poesía del lenguaje, Mallén resume y prolonga algunas de las ideas expresadas en su libro anterior. Delinea de un modo más preciso el concepto de neobarroco, aunque evitando una definición simple o de diccionario. Para esto repasa algunos pronunciamientos de Severo Sarduy, Roberto Echavarren o José Kozer, entre algunos otros autores. Concluye que la poesía neobarroca actual es la última consecuencia de un proceso dentro de la poesía latinoamericana, que desde el inicio ha sido barroca. Menciona Trilce de Vallejo y En la masmedula de Girondo como antecedentes, o a la obra de García Márquez y Guimarães Rosa, como eslabones de la supuesta continuidad de esa tradición de barroquicidad. Sin embargo, habría que distinguir que tanto la obra de Vallejo, como la de Girondo, no son en realidad barrocas sino que responden a esfuerzos singulares en donde muchas de las características resultantes son, si se quiere, complejas, y aunque responden al hecho común para todo poeta de generar una expresión, evitan cualquier rasgo común.

Creo que esto es algo que debe anotarse si se toma en cuenta que muchos de los poetas antologados por Mallén, a pesar de tener rasgos particulares, resultan en su mayoría muy próximos en sus resultados. El uso de juegos sonoros diversos, por mencionar alguno de sus recursos y coincidencias, es bastante parecido en todos. La poesía de Vallejo o Girondo, en cambio, es perfectamente distinguible e inigualable, y ambos consiguieron, como apuntó Juan José Saer, crear un idioma dentro del idioma. Al igual que en su libro anterior, en la introducción de esta antología, Mallén también vincula algunos de los procedimientos de la poesía del movimiento l=a=n=g=u=a=g=e, con los mecanismos empleados por los poetas de su selección.

Es cierto que existen convergencias en los modos de elaborar o tejer sentidos, el desplazamiento del significado, por ejemplo, pero considero que aún en esta aparente coincidencia, si se hila con mayor finura, aparecerá una diferencia que llega a ser incluso fundamental. Mientras los “poetas del lenguaje”, para desplazar el significado, desmontan las estructuras desnudándolas o haciéndolas evidentes, materializándolas, los “poetas neobarrocos”, en realidad no desplazan el significado sino que lo postergan, elaborando estructuras muchas veces huecas, sin que por esto se entienda inexpresivas. Estos reparos no son, de ningún modo, un desprecio; el trabajo de Mallén posee una suma importante de hallazgos plasmados con la rara cualidad de una inteligencia expresada en un estilo preciso y ajustado, y que para quien lea receptivamente podrá obtener bastante provecho:

Los ‘poetas del lenguaje’ y los ‘poetas del neobarroco’ descubren que los elementos significativos pueden utilizarse de forma más arbitraria que en el pasado para producir un objeto independiente ...

Pienso que una idea como ésta es posible llevarla a otras experiencias poéticas para comprender más cabalmente los recursos que consigue acumular la poesía del presente. El lenguaje poético, dice Mallén:

Es la única modalidad de conciencia en que los constituyentes abstractos y relacionales del pensamiento se corresponden con unidades divisibles. Al ser conscientes, estas formas son accesibles a la atención, la cual a su vez concretiza la estructura perceptiva asociada con ellos, extrayendo detalles que dan consistencia a unidades conceptuales que no tienen en principio una base estable.

Y creo que es así. Estas citas dan prueba de la calidad de la introducción —y por extensión del trabajo del crítico español—, un esfuerzo en verdad voluntarioso y disciplinado sobre asuntos francamente resbaladizos. Que Mallén se haya demorado en sus explicaciones y tentativas, es de agradecerse. Es muy común que las antologías de poesía se hagan para avalar o promover un grupo. Muchas de ellas intentan enmarcar una propuesta, que generalmente excluye a otras. El hecho de que Enrique Mallén sea un crítico y no un poeta, habla de su interés personal por comprender una zona de la poesía latinoamericana, más allá de cualquier iniciativa de autopromoción o adherencia a un grupo. Las razones de su selección son atendibles y, como casi todo, cuestionables, aunque considero que sería muy difícil negar la seriedad de la empresa. La antología incluye solamente a diez poetas de distintos países, con una muestra amplia y suficiente de poemas, además de una nota en general sencilla, bien informada y objetiva. Muchos de los seleccionados son poco conocidos en nuestro país, y sin duda abrirán el horizonte con que se encara la poesía de nuestro entorno. La lista está conformada por Carlos Germán Belli, Carmen Berenguer, Coral Bracho, Gerardo Deniz, Roberto Echavarren, Eduardo Espina, Reynaldo Jiménez, José Kozer, José Morales Saravia y David Rosenmann- Taub, este último a quien no conocía, y cuyos poemas me atrajeron especialmente. Todos ellos, densos e interesantes, merecedores de algo más que estas pocas líneas.