XXIII
su pelo y recibiendo el
sol sobre sus manos sentado a
la ventana esta tarde de mayo
en el campo y ver las vacas
comerse la gramática sin haberla
aprendido y los perros correr detrás
las mariposas y las flores nevar
el prado que las rosas ya empiezan
a salir de sus suspiros arreglándose las faldas
y celosas las unas de las otras escupiéndose
entre ellas a la cara en silencio se
odian y se arañan los ojos que los
gallos acusan de impostura y rajan
el silencio sin saber que decir del
sabor que en la mesa la señora
de casa les dará y que las golondrinas
segando el cielo comulgan con
el pan de mosquitos en esta tierra
que es de todos y que me van quitando
trozo a trozo pero a mí
que ya lo he dado todo lo que roer
ellos pueden que lo que yo he
inventado es el paracaídas para
el cielo si no está bien decirlo
ya lo he dicho y esto y además y
luego y más tarde y ahora y no