XXV
mediterráneo y el olor del
café y el pan tostado que
aunque vengo de lejos soy niño y
tengo ganas de comer y de
nadar en agua salada sobre el
cuadro pintado en tela transparente
que se expone [ al peligro ] en medio de la sala
en el techo moviente de su red
de luz cuando pasa la barca
se dibuja vivo en su expansión
de cariño asesinando la cortina
sobre la alfombra que una ola de sábanas
rodilla en el suelo
el espejo se trae prisionera
al ángulo del cuarto visto desde
la puerta abierta escondida en
el negro del pasillo y haciendo añicos
al abanico patas abiertas en
la butaca de seda que esconde
su calor debajo de la cama el
brazo tapándose la cara y
poniendo cada cosa en su sitio otra vez a la
medida de los golpes de su pulso en
el silencio de la alcoba